11/05/2025
Anhelo de independencia
Lectura estimada: 2 min.
Yo quiero ser independentista, ganar (como Rufián) 99.000 euros al año y cagarme en las muelas de quien me los paga.
Quiero ser independentista y que el estado opresor me regale un Iphone, billetes gratis en el AVE y un trabajo poco esforzado.
Yo quiero ser independentista y que me devuelva esta Hacienda absolutista y déspota la deuda histórica que mantiene conmigo, pues llevo toda mi vida pagando y empiezo a pensar que es poco lo que he recibido a cambio (a bote pronto, utilizando la fórmula Puigdemont, no creo que me deban menos de quince mil millones de dólares).
¡Joer!, quiero ser independentista y no puedo. Mira tú qué drama.
No puedo porque he nacido en un pedregal de Castilla, rodeado de pinos y de remolacha, de cereal, de sudores, de renuncias, de apretar los dientes frente a las desgracias, de callar y tirar para adelante, aunque hubiese que comer mendrugos.
No puedo porque he nacido en el único territorio histórico de este país que no reclama sus derechos históricos. Cuando los que hoy exigen sus derechos históricos como nación no eran más que un clan al arrobo de la montaña o un condado, Castilla ya era un Reino. Con el correr de los tiempos fue Castilla, esencialmente, quien puso sangre y dineros para recuperar la península a los musulmanes, cruzar los mares o forjar un Imperio.
Pero, siendo esto una certeza, o quizás precisamente por esta causa, a nosotros no nos sale de dentro lo de ser independentistas y reclamarles el IVA a todos estos mangantes de poltrona, dispuestos a pagar con mi dinero sus rondas de cerveza (entiéndase la metáfora política).
Yo quiero ser independentista para poder ir a Soria por autopista (¡mira, rima!), para tener un tren que, como una flecha, me lleve de Pedrajas a Rueda todos los sábados por la mañana, para celebrar Olimpiadas y levantar estadios que paguen otros, para tener miles de chiringuitos de esos finos, llámense embajadas, consulados, asociaciones diversas, consultorías, agencias, organismos varios... donde colocar a mis primos y a mi cuñado (que está el hombre cansado de subirse al andamio y se merece una embajada en la fábrica de Guinness por lo menos).
Quiero serlo, pero no voy a poder... qué pena más grande.
Porque en esta tierra en la que nací, en esta tierra en la que andamos, antes nos dejaremos robar los ahorros y permitiremos a cuatro jamelgos comerse el embutido, que plantarnos y decir basta. Se conoce que, a los castellanos, en lo que va de Historia, no nos han apretado aún bastante. Manda huevos. ¡Cómo no va a decir la Wikipedia que "Castilla es una región histórica de España de límites imprecisos localizada en el centro de la península ibérica..."
Así es imposible.
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