Nueva entrega de Palabras contra el Olvido
La voz y la palabra
La crónica cultural de Ágreda en TRIBUNA
Quien abarata el lenguaje abarata el pensamiento. Llegó el grupo vocal femenino Valle de Aguas dirigido por Verónica Rioja y puso el cartel de no hay billetes en la Sala de Cámara del CCMD. Un público variopinto y festivo con ganas de pasarlo bien y celebrar la música se las prometía felices y seguro que se lo pasaron bien, pero...
El historiador y crítico Fernando Castro Flórez define al performance "como el arte de maltratar el público". Ahora los presentadores y presentadoras de los espectáculos se montan sin encomendarse ni a Dios ni al diablo su propia performance, en este caso sin venir a cuento y hacen eso que dice FCF. La presentadora de esta tarde arruina el espectáculo desde el minuto uno.
Las canciones del Grupo Vocal Valle de Aguas sonaban festivas y conocidas en el oído del público. Esa mezcla de ritmos y armonías llenaba la Sala de Cámara y el aire sonoro poblaba la imaginación y consolaba al público de la actualidad y el preludio de las fiestas navideñas. Cuando finalizaba la canción las animosas cantantes lo celebraban como si estuvieran jugando la final de un partido de voleibol. Besos, abrazos, palmadas...
Y otra vez llegaba la presentadora y lo estropeaba todo. Explicaba una y otra vez no sé qué. Toda explicación, es sabido, rebaja cualquier historia. La música no requiere explicación, ella se basta por sí sola para llegar al corazón, o donde sea del oyente y hace el efecto oportuno. El caso es que ese empeño ensombreció el concierto y la música.
El cerebro procesa lo que se cuenta, lo que se canta y lo dota de verosimilitud y ayuda a comprender lo que pasa a nuestro alrededor y nos hace sentir bien o mal, por resumir. Los estímulos que me llegaban al cerebro entre canción y canción que era cuando intervenía la presentadora me resultaron tan trillados, tan sin gracia y tan obvios que para decirlo de una vez me arruinaron la tarde. Y para colmo el fotógrafo o el que hacía el vídeo solo hacía que pasearse de un lado para otro, interrumpiendo, y no había forma de abstraerse.
No le hace falta para nada a Valle de Aguas ninguna presentación, son lo suficientemente buenas para que merezca la pena verlas y oírlas cantar. Su música entra por los ojos, pero ese empeño en confundir performance y coros posibilitó que uno pusiera pies en polvorosa antes de los previsto.
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