El Pontazgo de Tordesillas

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El Pontazgo de Tordesillas
El autor esJesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 2 min.

Suele hablarse, aunque con mejor propiedad debería decir solía

hablarse, del derecho del pontazgo, un impuesto por pasar, por

introducir, por acceder a la Villa de Tordesillas, existente desde antiguo.

Este recurso estaba perfectamente legislado y administrado por el

Convento de Santa Clara de Tordesillas: Así la Madre Abadesa del

ilustre cenobio tenía sobre sus ingresos el de cobrar a todos y cada

uno de cuantos pasaban por el puente con mercancías el aquel

llamado "derecho de pontazgo".

 

Hay un dibujo de 1836 que existe en el Museo Lázaro Galdiano de

Madrid en donde se aprecia el castillete que existía en el puente de

Tordesillas para abrir y cerrar el acceso por el mismo, controlando la

circulación y cobrando a cuantos pasajeros iban o venían, precisando

del puente para no tener que vadear el río Duero por otro sitio.

La verdad es que con el tiempo y la supresión del derecho real de

Pontazgo concedido por la Autoridad real al Monasterio de Santa

Clara, cambiar al "portazgo", de puerta, de paso no fue ni complicado

ni difícil.

 

Y aunque la historia nos muestra que en los reparos del puente, cuando

precisaban hacerse, la Comunidad se llamaba andana y no aportaba el

pecunio suficiente para sufragar los gastos, llegando a verse pleitos y

reclamaciones, hoy sucede algo parecido.

Y vemos por qué.

 

La Comunidad responsable de las aguas en la actualidad es la llamada

Confederación Hidrográfica del Duero y su cometido sería mantener en

perfecto estado el cauce del río para que las aguas discurran como es

debido. Pues ahí siguen los troncos, producto de arrastre de pasadas

crecidas, taponando otro de los primeros ojos del puente, horadando y

estropeando la obra que tanto trabajo y dinero para salvarlo costó al

Ministerio de Fomento.

 

Y si a la Dirección de la Confederación no se le cae la cara de

vergüenza por tener así el puente tordesillano, recientemente reparado

por el Ministerio y retira esos troncos que suponen un obstáculo y un

deterioro galopante de su obra, es que ya a los responsables políticos y

administrativos les importa un rábano el puente, su estado y su

servicio, adoleciendo por una dejadez total cuando su servicio es para

mejorar la vida de los ciudadanos a los que sirven.

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