El acuerdo firmado actualiza la colaboración para garantizar la seguridad y seguimiento integral de las víctimas mediante el sistema VioGén
El Pontazgo de Tordesillas
Suele hablarse, aunque con mejor propiedad debería decir solía
hablarse, del derecho del pontazgo, un impuesto por pasar, por
introducir, por acceder a la Villa de Tordesillas, existente desde antiguo.
Este recurso estaba perfectamente legislado y administrado por el
Convento de Santa Clara de Tordesillas: Así la Madre Abadesa del
ilustre cenobio tenía sobre sus ingresos el de cobrar a todos y cada
uno de cuantos pasaban por el puente con mercancías el aquel
llamado "derecho de pontazgo".
Hay un dibujo de 1836 que existe en el Museo Lázaro Galdiano de
Madrid en donde se aprecia el castillete que existía en el puente de
Tordesillas para abrir y cerrar el acceso por el mismo, controlando la
circulación y cobrando a cuantos pasajeros iban o venían, precisando
del puente para no tener que vadear el río Duero por otro sitio.
La verdad es que con el tiempo y la supresión del derecho real de
Pontazgo concedido por la Autoridad real al Monasterio de Santa
Clara, cambiar al "portazgo", de puerta, de paso no fue ni complicado
ni difícil.
Y aunque la historia nos muestra que en los reparos del puente, cuando
precisaban hacerse, la Comunidad se llamaba andana y no aportaba el
pecunio suficiente para sufragar los gastos, llegando a verse pleitos y
reclamaciones, hoy sucede algo parecido.
Y vemos por qué.
La Comunidad responsable de las aguas en la actualidad es la llamada
Confederación Hidrográfica del Duero y su cometido sería mantener en
perfecto estado el cauce del río para que las aguas discurran como es
debido. Pues ahí siguen los troncos, producto de arrastre de pasadas
crecidas, taponando otro de los primeros ojos del puente, horadando y
estropeando la obra que tanto trabajo y dinero para salvarlo costó al
Ministerio de Fomento.
Y si a la Dirección de la Confederación no se le cae la cara de
vergüenza por tener así el puente tordesillano, recientemente reparado
por el Ministerio y retira esos troncos que suponen un obstáculo y un
deterioro galopante de su obra, es que ya a los responsables políticos y
administrativos les importa un rábano el puente, su estado y su
servicio, adoleciendo por una dejadez total cuando su servicio es para
mejorar la vida de los ciudadanos a los que sirven.