La lluvia respeta la procesión de San Isidro en Valladolid

Cientos de ciudadanos se han congregado en la Ermita en el día del santo para presenciar la misa y la posterior procesión

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San Isidro / Fotos: Sergio Borja
El autor esRebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
Lectura estimada: 2 min.
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El barrio de San Isidro de Valladolid ha vuelto a vestirse de fiesta este 15 de mayo para rendir homenaje a su patrón, San Isidro Labrador, en un día grande cargado de emoción y tradición. La Ermita se engalanaba más que nunca en esta festividad, ya que estrena letrero con el nombre de 'Ermita de San Isidro' en la fachada, gracias a la iniciativa de la Cofradía de San Isidro. Una incorporación simbólica que ha sido el marco perfecto para celebrar una de las citas más tradicionales del calendario local.

La jornada ha comenzado, como marca la tradición, con la misa en la ermita a las 11:00 horas, oficiada por el arzobispo Luis Argüello ante la atenta mirada de cientos de vecinos, muchos de ellos fuera del templo, dadas sus reducidas dimensiones, y autoridades. Entre los asistentes, no han faltado la teniente de alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, ni concejales como Carolina del Bosque (Juventud) y Mayte Martínez (deportes). 

La homilía ha estado marcada por mensajes de esperanza y agradecimiento a los trabajadores del campo, cuya labor sigue siendo fundamental, más aún en tiempos de incertidumbre climática y "aranceles", tal y como ha señalado el arzobispo. Una coral ha acompañado magistralmente la celebración tras la cual, como es habitual, ha comenzado la procesión con el santo y la santa -San Isidro y su esposa, Santa María de la Cabeza- en un recorrido lleno de color, música y emoción, con nubes amenazantes durante todo el recorrido, no sin antes cumplir con la tradición de tocar las esquilas a los bueyes que acompañan al santo. 

Otra tradición cumplida: los hombres de la Cofradía han portado a San Isidro, mientras que las mujeres han llevado sobre sus hombros a Santa María de la Cabeza. Dulzaineros han puesto la nota alegre a la procesión, que ha recorrido los alrededores del parque de la ermita, entre palmas, jotas y ¡vivas! a los santos. Muchos vecinos se han animado a bailar al ritmo de la música que ha acompañado al trayecto, que ha tenido que realizarse con más premura que otros años ante la cada vez más palpable amenaza de lluvia. No obstante, se ha podido completar el circuito sin agua de por medio, la que el propio santo parece haber retenido hasta volver al interior de la Ermita. 

No han faltado los típicos puestos de dulces tradicionales ni la apertura del Museo de la Labranza, una joya escondida que cada 15 de mayo recuerda los aperos y herramientas que durante décadas han sido parte inseparable del trabajo en el campo.

 

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