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"Uno nunca deja de ser policía": dos agentes jubilados reducen al asesino de Bembibre
Joaquín Reyes y Claudiano López, dos veteranos de la Policía Nacional, actuaron por instinto al presenciar la brutal agresión desde una cafetería
Aunque ya están retirados del servicio, Joaquín Reyes y Claudiano López demostraron este viernes que la vocación policial no se jubila nunca. Ambos son exagentes de la Policía Nacional y compartieron destino durante años en la comisaría de Ponferrada (León). A sus 70 y 75 años, respectivamente, redujeron y desarmaron al hombre que acababa de matar a golpes y con un arma de fuego casera a otro en plena calle, en Bembibre.
Era un viernes más para estos viejos compañeros, que suelen encontrarse para tomar café en una terraza con vistas a la plaza Santa Bárbara. Desde su mesa, algo les hizo ponerse en alerta: un hombre golpeaba brutalmente a otro en el suelo con lo que parecía ser un tubo metálico.
"Siempre nos sentamos cerca de la ventana, por si pasa algo", explica Joaquín Reyes a la agencia EFE. Lo que vieron fue una escena violenta: el agresor no se detenía. Cuando corrieron hasta el lugar, escucharon una detonación. "Ahí comprendí que no era un tubo, sino una escopeta de fabricación casera", relata Reyes.
A pesar de la edad, actuaron con precisión. Reyes logró arrebatarle el arma al agresor con una torsión de brazo, mientras López lo inmovilizaba en el suelo hasta que llegaron los refuerzos. El atacante, de 63 años, también resultó herido por la propia detonación, que alcanzó a una tercera persona.
Reyes, con 42 años de servicio en la Policía -incluidos años en seguridad ciudadana en Madrid-, asegura que ha vivido situaciones muy duras, como el trágico accidente aéreo de 1983 entre aviones de Iberia y Aviaco que dejó 93 muertos. "Pero nunca había presenciado algo así de cerca, como civil", confiesa.
"Uno no deja de ser policía. Es algo vocacional. Sale de dentro", afirma. Aunque el paso a la jubilación fue duro, hoy acepta su nueva etapa vital con serenidad. Aun así, reconoce que, cuando toca actuar, el cuerpo y la mente responden como si nunca se hubieran retirado.
Desde el suceso, han recibido numerosas felicitaciones de compañeros en activo y jubilados. Para ellos, es un orgullo, pero también una lección: la vocación de servicio perdura incluso cuando se cuelga el uniforme.
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