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La familia vallisoletana que el Papa abrazó en su duelo: "Nos dio luz en medio del pozo más oscuro"
Perdieron a su hijo por una cardiopatía congénita y, en pleno duelo, viajaron desde Valladolid a Roma, donde vivieron un encuentro inolvidable con el Papa Francisco
Hace tres años, una madre de Valladolid vivió una experiencia que marcaría un antes y un después en su vida. Tras el fallecimiento de su hijo, Luis Miguel, quien nació con una cardiopatía congénita que le acompañó durante toda su vida, Susana y su marido tuvieron la oportunidad de conocer al Papa Francisco en el Vaticano. En medio del sufrimiento por la pérdida, aquel encuentro les brindó un rayo de esperanza y consuelo, un gesto de cercanía que nunca imaginaron recibir.
En esta entrevista concedida a TRIBUNA Valladolid, la madre recuerda esa visita inolvidable, donde el Papa les ofreció palabras de aliento y apoyo en su duelo. Hoy, tres años después, reflexiona sobre ese momento, sobre su hijo y el legado del Papa Francisco, una figura que dejó una huella imborrable en sus corazones.
PREGUNTA: ¿Cómo era Luis Miguel?, ¿cómo vivieron su enfermedad?
RESPUESTA: Era un chico de 26 años, pues con ilusión por todo. El nació con una cardiopatía congénita y tenía dos operaciones de pequeño, eran operaciones paliativas. Con 18 años le dieron de hacerle un trasplante, pero él no quería, en ese momento no lo asumió que se lo tuvieran que hacer.
Cuando se decidió fuimos en enero antes de la pandemia, no fuimos a Madrid. Tuve que pedir el traslado laboral allí porque estuvimos 15 meses hasta que hasta que le llamaron. Tardó seis meses en poder caminar y nos mandaron a casa, sin embargo, había cogido unas bacterias y un virus en el hospital.
Tenía el cuerpo tan machacado de todos meses de lucha que en mes y medio todo lo que habíamos ido avanzando vimos que iba para atrás, no lo aguantó y falleció.
P: ¿Cómo vivisteis su pérdida?
R: Para nosotros fue muy duro, habíamos hablado de planes, tenía pensado irse con todos los primos a Euro Disney, quería visitar Japón y Nueva York, conocer sitios y lugares, sacarse el carné de conducir, salir con chicas... se le quedaron todos los planes sin hacer.
Él sabía que las cosas iban mal y nos daba ánimos a nosotros, "si yo tengo que vivir, vivo y si no, hasta aquí he llegado, pero tú vives la vida como sabes hacerlo" me decía.
P: ¿Cómo surgió la oportunidad de conocer al Papa Francisco?
R: Luis Miguel murió en octubre y esas navidades vino a casa un amigo nuestro de la infancia, Aurelio García Macías. Él está en Roma y vino a visitarnos, y nos vio muy desesperados y tristes. No encontrábamos sentido a nada, eran muchos años de lucha lo que habíamos tenido y al final era como que habíamos perdido la guerra. Yo estaba muy cabreada con la vida, estaba enfadada con todo.
Yeyo nos invitó a Roma y yo le dije, "bueno, si vamos a Roma, me gustaría conocer al Papa en la audiencia genera". Él me dijo que se encargaba de todo. El día que íbamos a ir a la audiencia general, al llegar nos dijo "no, por la donde hay tanta cola, no, venir por aquí, que os meto yo por otro sitio", entramos a un despacho y fue cuando nos lo contó, "vais a conocer al Papa en persona, en privado".
Él había mandado una carta al contándole el caso nuestro al Papa Francisco, y al enterarse le dijo "quiero hablar contigo de estas personas, de esto que me has contado". Él le contó todo lo que había pasado, lo que habíamos pasado nosotros y lo que había pasado con nuestro hijo.
P: ¿Qué sintió en ese momento?
R: Un ataque nervios, teníamos una emoción como de estar soñando, y Francisco no nos hizo esperar. Estábamos todavía saliendo de la pandemia y llevamos las mascarillas puestas, y nada más llegar nos saludó, nos presentó a las personas que le acompañaban y nos dijo "quitaros el bozal que quiero veros la cara".
P: ¿Cómo fue el encuentro?
R: Tan sencillo, tan humilde, tan cercano... era como un familiar, como que estabas con él de toda la vida. Nos hizo muchos reír y nos escuchó mucho, quería que le hablásemos y contásemos lo que nos había pasado. Le veía que buscaba palabras exactas para no hacernos daño, porque creo que nos vio tan vulnerables.
El todo el tiempo trató de consolarnos, yo en el momento que hablaba de mi hijo comenzaba a llorar y él me decía "tú tranquila, para y sigue". "Yo no me puedo poner en vuestro lugar, porque no tengo hijos, soy solterón", nos decía.
P: ¿Recuerdas algún gesto o palabra concreta del Papa que se te haya quedado grabada?
R: Hubo un momento en el que me dijo, "la pena es como el moho". Él utilizó la palabra en italiano porque a veces mezclaba palabras en italiano y dijo, "Es como la muffa", si tú pones una fruta con moho en un frutero, se va extendiendo a todo, ¿qué es lo que pasa con las personas?, que la pena hay que atajarla, hay que tratarla.
Nos dijo que buscáramos ayuda psicológica, ayuda para salir de todo esto si veíamos que nosotros no podíamos salir de esa pena tan grande.
P: ¿Era el Papa tan cercano como dicen?
R: Era muy cercano, humilde y cariñoso. Él se sentó allí, cogió una silla y nos sentó a todos en un círculo y vernos la cara, en ese momento me cambió la percepción de todo lo relacionado con el Vaticano. Siempre le veía en la tele que sale jefes de estado, con gente muy famosa, y allí estaba yo con un trabajo normal tratándome como a todas esas personas.
Yo pienso, con todo lo que tiene que hacer el Papa y que sacara un hueco para nosotros, dice mucho de él.
P: ¿Qué se lleva de ese momento?
R: Fue una experiencia en la que íbamos hechos polvo mi marido y yo y nos dio un chute de energía. Parece que nos dio una luz, en ese momento en el que estás en un pozo de oscuridad, que no ves más que oscuridad y oscuridad. Nos dio fuerza, fue algo muy entrañable y bonito, ese es el recuerdo que me quedará, si no me falla la memoria, para siempre.
P: ¿Alguna anécdota que recuerde?
R: Yo había llevado unos bombones de aquí de Maro Vallés porque dije "bueno, se lo voy a dar a Yeyo, a ver si se lo puede entregar al Papa de unos que han ido de Valladolid". ¿Cómo iba a dar yo cuando compré la caja de bombones que se lo iba a poder dar a él?
Se los entregué y le dije "esto es muy típico de aquí de nuestra ciudad", a lo que me contestó "bueno, es bueno, pero para esto no" mientras se tocaba la tripa. Luego se lo dije a los de Maro Valles, vuestros bombones los tiene el Papa.
P: El Papa Francisco ha fallecido hace solo unos días. ¿Cómo recibiste la noticia?
R: Cuando estuvo ingresado, yo sufría por él. Te lo digo de verdad, porque como lo hemos pasado con mi hijo y vemos lo duro que es eso cuando estás un día mejor, otro día peor... Nos llevamos disgusto y nos dio mucha pena, espero que no haya sido al final muy traumático y que no haya sufrido.
P: ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a otras familias que están pasando por una situación parecida?
R: Me consuelo con que físicamente no los tenemos, pero si espiritualmente. Igual me pasa con el Papa, es un recuerdo muy bonito que me ha quedado de él, de mi hijo, de que la vida también tiene cosas bonitas. Si he podido conocer al Papa, ha sido por mi hijo, si no hubiera sido por él.
Que la vida no es solo cosas malas, y que hay que seguir viviendo por ello y creo que la gente que se va, que nos quiere de verdad, lo que quiere es pues que disfrutemos lo que hay aquí.
Yo mi hijo le tengo como entre mí a veces pasan cosas y digo, son señales. El recuerdo que me queda de él también es que luchó, no se quejó, llevó una enfermedad con mucha entereza. ¿De qué me voy a quejar yo si mi hijo con lo que pasó no se quejó? Si es que no se quejó nada con lo que tenía encima, y te hace ser más. Me ha dado es mucho aprendizaje en la vida.
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