'Todo lo que no sé', 'La isla de los faisanes' y 'Lo carga el diablo' se verán las caras en las salas con la versión cinematográfica de un famoso videojuego
Una vida de repuesto
La escucha no necesita respuesta. Una manera de ocultarse del mundo durante un buen rato es acudir a la Sala de Cámara del CCMD para escuchar al fantástico Cuarteto Ribera que esta tarde cierra el estupendo Ciclo de Recitales de Cámara. La música siempre genera en el que escucha una sensación de estar vivo.
Arnold Schönberg abrió el concierto con su Cuarteto 'O' en Re mayor y resultó toda una sorpresa grata. Posee una fuerza esta música que es capaz de contagiar al más pintado. Tiene esta música, ejecutada magistralmente por el Cuarteto Ribera, tal magnetismo que escapa a cualquier explicación racional. Tiene por otra parte una romanticismo sorprendente, beethoveniano, lleno de sensibilidad que cala en el corazón del oyente.
El deseo de escuchar es una necesidad humana como el deseo de quedarse sin ropa. Entrar en la música de Schönberg es viajar por el mundo con una maleta llena de sonidos, sensaciones y postales. Escuchándole uno siente su presencia y parece crearse, una vez pasados lo minutos, una suerte de amistad que ya no desparecerá en toda la noche.
Luego llegó Raquel García-Tomás con Á plein compuesta como encargo del Palacio de la Música Catalana y el Cuarteto Quiroga para celebrar su vigésimo cumpleaños. Esta música surge del silencio, de la magia que tiene García-Tomás para componer y de la maestría de este cuarteto que cautivó a la sala desde el minuto uno, desvelándonos el misterio que lleva la música.
La perfección nunca es la precisión. La perfección es la expresión. Tiene el Cuarteto Quiroga una alegría cautivadora. Escuchando Á plein uno tiene la capacidad de olvidar. Y olvidar te permite recuperar la alegría y la felicidad porque en ese momento de escucha no existe ni presente, ni pasado ni futuro.
Ser es percibir. Cuando llega la música, el aire sonoro a tus oídos hay algo que se ilumina en el oyente. De repente tu respiración cambia, eres capaz de domarla, ya no te domina. Porque el placer está en el cerebro y puedes sentirlo si te lo propones.
Para mí la música siempre ha sido una vida de repuesto y un intento de huir de la realidad. Y no hay nada mejor para eso que escuchar el Cuarteto nº 16 en Fa mayor, op. 135 de Ludwig Van Beethoven. Mantengo con este compositor una relación estrechísima. Hoy, esta tarde el Cuarteto Quiroga le sienta a mi lado y percibo su fuerza inmortal. Escuchándole me siento libre.
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